Los primeros indicios de presencia humana en Las Parras de
Martín datan aproximadamente del siglo VIII a.C. ya que se ha encontrado un
hacha de piedra tallada con filo pulido propia de aquella época.
El primer asentamiento conocido podría situarse hacia el
siglo V a.C. en el “Cabezo el Castellar”. Se trata de un poblado ibérico
todavía no estudiado por los arqueólogos.
La necrópolis rupestre de las Artizuelas indica la presencia
visigoda entre los siglos VI y principios del VIII en este lugar.
De la presencia árabe tenemos varios indicios: por una parte
tenemos testimonios llegados hasta nuestros días de la existencia de un molino
árabe. Al parecer, el molino se ubicó en un corral que hay en la subida del
Chorredero a la Era de las Brujas. Quedan restos labrados en la roca tosca del camino que supuestamente
usaban para subir; ya que la actual subida se abrió hacia 1900 según nos
cuentan nuestros mayores. Según esta tradición oral, el agua no seguía su curso
actual, sino que caía a este molino por el agujero abierto en el techo del
corral hasta la mencionada Era de las Brujas. Aparte existe otro agujero más al
fondo del corral taponado con piedras y barro arcilloso, que podría haber
actuado supuestamente como sobradero de una balsa situada en la Era de las Brujas.
Chimenea en el techo del corral que pudo ser el salto de agua de un molino. |
Interior de agujero taponado con piedras y tierra arcillosa que pudo ser el sobradero del molino. |
Por otra parte
también ha llegado hasta nuestros días por tradición oral la presencia de una
acequia con origen en las Artizuelas que pasando sobre le Pozo de las Palomas
de uno al otro lado del río para dirigirse luego por el denominado “Balcón”
hacia los campos de la Hoya
de los Molinos. Podría haberse usado para riego o para abastecer algún molino.
El propio nombre de Hoya de los Molinos y la presencia en el lugar de piedras de molinos avalan esta hipótesis. Achacamos el origen de esta acequia a los
árabes por el topónimo de Artizuelas, ya que este nombre en árabe significa
“huertos pequeños” y por el gran desarrollo en materia de riegos que los árabes
dieron a nuestro país.
También queremos señalar que la tradición oral ha llevado
hasta nuestros días la existencia de un castillo árabe en la cima del cabezo
"El Castellar”. Dicha tradición oral
indica que entre el castillo de Segura de Baños y el castillo de Cervera
se comunicaban mediante luces y mediante espejos, a través del de Las Parras.
Si bien el nombre del "cabezo" hace presagiar la veracidad de la
tradición, ésta no puede constatarse, ya que los restos íberos existentes
pudieron llevar a equívoco al darle nombre. De todos modos, quizá pudo existir
alguna pequeña fortificación de enlace entre ambos castillos, o simplemente, un
punto de enlace en las comunicaciones.
Según indica el prestigioso historiador Antonio Gargallo
Moya en su obra póstuma "El Concejo de Teruel en la Edad Media"
editada por el I.E.T. y el Ayuntamiento de Escucha; la población de la actual
provincia de Teruel durante la dominación musulmana era bereber, por lo que
apenas existían núcleos de población. Los pocos que existían constituían
posiciones en el camino Córdoba - Zaragoza, que pasaba por Cuenca, Villel,
Teruel, Cella, y Calamocha.
Supuestamente esta ruta pasaba por el Valle del Jiloca. Por
razones desconocidas, esta ruta fue desviada a finales del siglo X desde Teruel
pasando por Alfambra, Portalrubio y Cutanda para llegar igualmente a Calamocha.
Esta ruta fue el camino habitual durante el siglo XI. Los restos comentados y
la tradición oral anteriormente aludida, indican que en nuestro pueblo hubo
asentamientos humanos durante dicha época; incluso podemos suponer que aquí
hubo un núcleo de población perteneciente a dicha ruta, pues su abundancia de
agua y su vega serían de gran importancia.
En 1120 Alfonso I venció a los Almorávides en Cutanda, en 1122 ya disponía de Albarracín, y entre 1124 y 1127 incorpora el territorio entre Monreal y Cella. En esta fecha seguramente Las Parras de Martín ya había sido reconquistada. Tras la inesperada muerte de Alfonso I el Batallador el 1134 en la Batalla de Fraga, el territorio más allá de Cutanda y Belchite pasa de nuevo a poder musulmán.
En 1120 Alfonso I venció a los Almorávides en Cutanda, en 1122 ya disponía de Albarracín, y entre 1124 y 1127 incorpora el territorio entre Monreal y Cella. En esta fecha seguramente Las Parras de Martín ya había sido reconquistada. Tras la inesperada muerte de Alfonso I el Batallador el 1134 en la Batalla de Fraga, el territorio más allá de Cutanda y Belchite pasa de nuevo a poder musulmán.
La
posterior reconquista fue lenta debido a las sucesivas treguas pactadas entre
cristianos y musulmanes.
Los progresos más importantes se llevaron a cabo por la
parte central de la provincia a partir de Belchite. En mayo de 1154 Ramón
Berenguer IV está presente en la cabecera alta del río Martín. En dicho año,
Huesa del Común ya está reconquistada. En 1163 ya se había reconquistado Aliaga
y la Val de
Jarque. Así pues, la reconquista definitiva de Las Parras de Martín habría que
situarla en torno al año 1154.
En 1210, Pedro II dona Montalban y sus territorios, entre
los que se incluye Las Parras, a la
Orden de Santiago.
El primer documento escrito conocido en el que figura Las
Parras de Martín como asentamiento humano data de 1280, y en él se indica su
pertenencia al Arciprestazgo de Belchite (RIUS, Rationes, p. 105; Obispado de
Zaragoza). Asimismo, el Libro de Actos Comunes de 1346-1385 (Archivo Diocesano
del Arzobispado de Zaragoza) cita en su folio 68 vuelto, perteneciente al año
1349, el nombramiento como Vicario de Las Parras a Domingo Muniesa.
Por otros documentos escritos sabemos que fue Aldea hasta
1711 y Lugar en 1785. Se llamó “Las Parras” hasta 1834, año en que se
constituyó como Ayuntamiento; y “Las Parras de Martín” desde 1857. Como Aldea, perteneció a la Comunidad de aldeas de
Teruel integrada en la sesma del Río Martín. Fue Sobrecullida de Montalbán en
1488-1495; Vereda de Montalbán en 1646, y Corregimiento de Teruel en 1711-1833.
La propiedad de la tierra fue siempre de realengo, al
pertenecer a la Comunidad.
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