Permitidme que me ponga nostálgico. Ayer día 29, pasé
el día en Las Parras. Hacía un día espléndido de sol radiante. Recorrí las eras para realizar varias fotos,
ya que el día acompañaba. Observé que se había hundido el último pajar que
quedaba en pié y recordé las innumerables veces que hemos ido a por paja con mi
hermano Alejandro al pajar de mi abuelo Alejandro. Prácticamente a diario íbamos
a llenar grandes sacas para abastecer las necesidades de ‘machos’ (mulos), ‘puercos’
(cerdos), cabras, gallinas y conejos; que eran la base de nuestra alimentación
proteínica animal. Después me adentré en
el cerrado de mi abuelo Alejandro, un extenso campo de regadío en la ladera
situada entre las eras y el pueblo. Recordé las veces que he ido allí a regarlo,
a ‘dallar alfaz’ (cortar alfalfa) y coger hojas de remolacha para alimentar a
los animales, a cavar las patatas, a coger peras, manzanas…. Era un rico campo
de regadío junto al pueblo con abundantes frutales hoy abandonado.
Fotos del pajar recientemente hundido. |
Yo ví dos escuelas abiertas en Las Parras: la de los niños y
la de las niñas. Cuando comencé mis estudios preescolares ya sólo quedaba una.
En febrero de 1975 esta escuela se cerró y comenzó mi emigración a la Escuela
Hogar de Teruel, ciudad en donde hoy resido.
Este es el primer invierno que el pueblo de mi mujer (El
Villarejo de Terriente) está completamente deshabitado. Tengo la sensación de
que pronto ocurrirá lo mismo en Las Parras. Es una realidad cruel tristemente
extendida por muchos pueblos de la provincia.
No pretendo que
regresen los viejos tiempos, simplemente echo en falta una clase política
concienciada y comprometida para buscar alternativas que impidieran que hoy
hayamos llegado a estos extremos. El Festival Folclore Vivo es una más de las
inumerables iniciativas que surgen en la provincia para concienciar del grave
problema de la despoblación. Personalmente creo que es demasiado tarde.
Nuestros políticos no aprendieron de las experiencias de
cierre de la azucarea de Santa Eulalia, de las minas de hierro de Ojos Negros, o de las minas de carbón de Utrillas. El 1 de
enero de 2020 se cierra la central térmica de Andorra, y por ende se acaba la
minería en la zona. Es un cierre largamente anunciado durante los últimos 20
años. Parece ser que no ha habido tiempo para elaborar alternativas y hoy
nuestra clase política está más preocupada de echar la culpa al prójimo que de
buscar soluciones eficaces.
En otras provincias su impacto económico sería escaso, pero
para Teruel supone la mitad de su producto interior bruto. En mi opinión supone
dar la Extrema Unción a nuestra provincia. Es la Crónica de una muerte
largamente anunciada.
Algunos dirán que aún hay esperanza. Se va a mejorar el eje ferroviario
Cantábrico-Mediterráneo, se buscan soluciones para la carretera de Cuenca,…
Curiosamente, eso mismo se decía hace 50 años y hoy seguimos igual, pero mucho
más despoblados.